28 marzo 2016

JOSÉ SÁNCHEZ ROJAS - 'SOL ENTRE NIEBLAS' -EL TORMES


"Entre 1673 y 1678  talló Pedro de Mena la Soledad de medio busto policromada"
(de aquí)
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SOL ENTRE NIEBLAS
RECUERDOS DE NIÑEZ II
CAMINITO DEL CIELO

«Me acuerdo de cuando nos preparaba a recibir la primera comunión el párroco don Juan Antonio Ruano, que murió de Obispo en Lérida en diciembre de 1913. Nos juntábamos los muchachos en la iglesia de San Juan, de cara al retablo churrigueresco del presbiterio y mirando al púlpito de piedra pintada con los escudos de la villa -la estrellita y el puente-. Me acuerdo muy bien de los ejercicios y he olvidado del todo lo que nos hacían cantar.
Un día nos hablaron del caminito del cielo, caminito sembrado de ortigas o de abrojos; no puedo precisar si fueron don Fabián Encinas o don Domingo Monleón, ambos sacerdotes y coadjutores a la sazón, los encargados de la plática. A los diez años vemos prácticamente, con los ojos del corazón y de la cara, el caminito del cielo. Allí está Jesús-niño, en los brazos de su mamá, la Virgen, que tiene cabellos rubios y ojos azules, como en los cuadros de Murillo y de Tiépolo. El caminito es una senda recta. Se camina por él con los pies desnudos. Las espinas se clavan en ellos y los llenan de sangre.
Y allí, bajo las bóvedas de San Juan, prometíamos los niños no pecar nunca, para que no padeciese el buen Jesús, para que su mamá no llorase. ¡Dulces propósitos de la infancia! Y sonaba el órgano, y a su arrullo surgían nuestras plegarias, derechitas al cielo, con nubes de incienso. Llevo tan dentro, tan dentro del corazón, aquellos cantos infantiles, que lo que no consiguen jamás Titta Ruffo o Rossina Storchio, conmoverme, lo logran siempre los coros infantiles de una procesión, de una escuela o de una fiesta. Mi espíritu sufre no sé qué sacudida singular al escuchar esos cantos. La inocencia de los pequeños purifica el cantar, lo limpia de toda estridencia humana, y si miráis a lo alto, veréis al buen Dios sonriendo desde su trono de fuego, repitiendo sus palabras:
- ¡Dejad que los niños se acerquen a mí!
Y es el caso, que sólo pueden acercarse a Dios los niños.
Iba diciendo que una tarde de Mayo, después de la fiesta de la Cruz, nos hablaron del caminito del cielo. Yo debí entender mal o soñar con el opio de la poesía de la plática, porque se me metió en la cabeza que aquel camino empezaba en una ventana que hay en el coro de la iglesia de San Pedro. Lo conté en casa y mi padre me dijo que sí.  
Conseguí subir un día al coro de San Pedro, entré en él, me encaramé en un banco, me asomé a la ventana. Nada: sólo columbraron mis ojos un pedacito de cielo azul.
¡Dios mío, qué decepción más terrible la decepción primera! Los ojos no vieron lo que el corazón se empeñaba en ver a toda costa. La primera desilusión, la más larga, la más terrible. ¿Dónde estaba el caminito del cielo?
Me duró mucho tiempo el mal humor. Ninguna de las amarguras posteriores ha sido comparable a aquélla.
¿El caminito del cielo? Las espinas se hincan en los pies; llagadas llevamos las plantas; una tristeza densa cubre nuestra faz a lo largo del sendero de la vida. Pero arriba queda siempre el jirón del cielo azul. Lo azul puede trocarse en negro, pero en lo negro brillan las estrellas saltonas, regando de luz el espacio.
¡Y ay del que no sigue, en horas de amargura, la trayectoria de una estrella, que es fe, que es luz, que es esperanza!
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Todos los niños sienten anhelos místicos. Yo, al menos, los sentía. Iba para Luis Gonzaga o casi así, y me quedé, como otros muchos, en el camino. 
Nuestra fe era una cosa simplista. El Padre Eterno tenía barbas blancas; el buen Jesús era un niño; el Portal de Belén estaba en lo bajo de una montaña, donde había arroyos y puentes para los trenes, y túneles atrevidísimos que hoy no se atreven a soñar los ingenieros; el nacimiento de los Padres Carmelitas nos suministraba estas representaciones gráficas. 
La Pasión del Señor la "veíamos", en cambio, en la parroquia de San Pedro, cada viernes Santo. ¡Qué miedo nos entraba a los rapaces! Veíamos desclavar de la cruz al Nazareno; veíamos el pelo de la cabeza, sanguinolento, pegado a las sienes, debajo de la corona; veíamos descender el Redentor al sepulcro.
Y después, el sermón de la Soledad, en las Madres. Pocas imágenes más bonitas que la Soledad de mi pueblo. La iglesia estaba severa, desnuda, obscura; allá, en el altar mayor, lucían dos velones amarillos. La Soledad, cubierta con su manto, lloraba la muerte de su Hijo, para dentro, como lloran los fuertes, sin gritos desgarradores. La Soledad de mi pueblo está llorando; tiene rojas las mejillas y las manos cruzadas; la boca permanece semiabierta en un espasmo de dolor sin consuelo, y es de piedra el corazón que no sufra ante la imagen. 

De niño, me conmovía; de hombre, también. Pero hoy sé por qué me conmueve; leo en sus perfecciones, ese perfil, aquel rasgo, aquella levísima insinuación. Y es el caso que de niño la veía mejor y que ahora busco algo que yo vi y que se me ha escapado.
Moraleja: la fe vivifica más que el arte. El arte sin fe es estéril; la fe sin arte, sin emoción, puramente racional, no es tampoco fe.
Moraleja: en la infancia nacen las emociones. Y si en la juventud las perdemos, ante la frivolidad ambiente, ¡no hay redención para nosotros!

Juxta Crucem lacrymosa
dum pendebat Filius;

-cantaban al órgano en aquellos Viernes Santos de la niñez, y verdaderamente, se partían los montes de pena ante la muerte del Justo y ante el dolor sin consuelo de la Soledad de mi pueblo, que no ha cesado de llorar en los tres siglos y medio que lleva de existencia.»
JOSÉ SÁNCHEZ ROJAS 
EL TORMES -N.º 13 (2-2-1930)

(Publicado, con el título: 'Recuerdos de niñez' en: 
LA BASÍLICA TERESIANA- pp.24 a 28 fecha 15-11-1915

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A modo de comentario

Gerardo Nieto, en su BLOG 'ENTRE EL TORMES Y BUTARQUE'
hizo una entrada este Viernes Santo 2016,  con el artículo de JOSÉ SÁNCHEZ ROJAS, 
publicado en EL DIARIO DE HUESCA el 6-4-1926
Da alegría su lectura, porque se ve que nuestro admirado escritor estaba feliz en esa Ciudad, en la que fue tan bien acogido. Y emociona, constatar cuánto quería a su pueblo Alba de Tormes, y cómo volvía una y otra vez a todo lo que le recordaba su infancia. 
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Me encantan sus textos 'SOL ENTRE NIEBLAS', publicados en EL TORMES, y que 
el 12 de enero 1930, en el n.º 10 de este Semanario, anunciaban que iban a convertirse en una novela. 
Aunque no fue así, por suerte, podemos disfrutar de sus escritos. 


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Vemos, varias publicaciones en las que se refería a esa 'Soledad' tan estimada:

GENTE JOVEN ( 19-4-1905)
[...]«Dicen bien las beatas: “No hay otra Soledad en el mundo como ésta.”»


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y en ABC- (28-3-1907):

[...]«Y dicen bien las beatas:
-No hay en el mundo otra Soledad como ésta.
¡No, no la hay!»
Alba de Tormes-Salamanca 1907
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y en:

ALREDEDOR DEL MUNDO...23-3-1910
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EL SOL...21-4-1919
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pp.198 a 202, de su libro 'PAISAJES Y COSAS DE CASTILLA'- 1919
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MUNDO GRÁFICO (16-4-1930)

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(Tapiz bordado sobre cañamazo pintado -detalle)
'Dejad que los niños se acerquen a mí' » (Mt 18, 3) -
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y es que -desde que iba a la escuela de párvulos-, con su muy apreciado maestro don Nicolás Caballero, "los dos niños": alumno y profesor, coincidían:


"Y la Virgen
¡Qué guapa, chacho! "
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https://www.youtube.com/watch?v=_2zc0wTORSI

 Stabat Mater ~ Pergolesi 

Andreas Scholl & Barbara Bonney



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Para saber más de José Sánchez Rojas:
BLOG 'FLASES'
(Seguir etiquetas)

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MIS OTROS BLOGS:

4 comentarios:

Ele Bergón dijo...

Querida Gelu

Ya veo que sigues con tu admirado José Sánchez Rojas y tus investigaciones. Cuando algo nos atrapa, seguimos en su encanto.

Ya ando por Madrid, algo he descubierto, pero no mucho. Ya te escribo por correo

Un abrazo

Luz

PENELOPE-GELU dijo...

Buenos días, querida Luz:

Pues sí. Sánchez Rojas está entre los escritores a los que he dedicado más tiempo.
También a Antonio Machado, para descubrir a la falsa Guiomar.
A Manuel Machado, por su obra y la importancia de nuestra ciudad en su vida.
A nuestro paisano Antonio José
Y a “la porciúncula” de mi abuela briviescana.

Abrazos.

Abejita de la Vega dijo...

Estuve hace poco allí. Me gustó Alba de Tormes si no fuera por esa horrenda basílica teresiana sin acabar. Se me pasó el disgusto contemplando el Tormes al atardecer.
Besos, Gelu.

Gelu dijo...

Buenas noches, Abejita de la Vega:

Te dejo el enlace de una entrada de Gerardo Nieto, Blog ‘Entre el Tormes y Butarque’ con dos fotografías del inicio de la construcción de la Basílica en 1897.

Abrazos.