15 septiembre 2016

CARTAS MARRUECAS (2) JOSÉ CADALSO

Año MDCCXCVI
(imagen de Wikipedia)
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Carta l: Gazel a Ben Beley

"Me hallo vestido como estos cristianos, introducido en muchas de sus casas, poseyendo su idioma, y en amistad muy estrecha con un cristiano llamado Nuño Núñez, que es hombre que ha pasado por muchas vicisitudes de la suerte, carreras y métodos de vida. Se halla ahora separado del mundo, y, según su expresión, encarcelado dentro de sí mismo. En su compañía se me pasan con gusto las horas, porque procura instruirme en todo lo que pregunto; y lo hace con tanta sinceridad, que algunas veces me dice: de eso no entiendo; y otras: de eso no quiero entender."
[...]Procuraré despojarme de muchas preocupaciones que tenemos los moros contra los cristianos, y particularmente contra los españoles. Notaré todo lo que me sorprenda, para tratar de ello con Nuño, y después participártelo con el juicio que sobre ello haya formado.
[...]Pero tú me enseñaste, ¡oh, mi venerado maestro!, tú me enseñaste a amar la verdad. Me dijiste mil veces que el faltar a ella es delito aun en las materias frívolas. Era entonces mi corazón tan tierno, y tu voz tan eficaz cuando me imprimiste en él esta máxima, que no la borrarán los tiempos.

Carta II -Gazel a Ben Beley
[...]¿Sabes tú cuántas cosas se necesitan para formar una verdadera idea del país en que se viaja? ...
[...]Los europeos no parecen vecinos, aunque la exterioridad los haya uniformado en mesas, teatros, paseos, ejércitos y lujo, no obstante las leyes, vicios, virtudes y gobierno son sumamente diversos, y por consiguiente, las costumbres propias de cada nación.
[...]Aun dentro de la española hay variedad increíble en el carácter de sus provincias.

Carta III -Gazel a Ben Beley
En los meses que han pasado desde la última que te escribí, me he impuesto en la historia de España...
[...]el extracto de todo esto es obra muy larga para remitida en una carta, y en esta especie de trabajos no estoy muy práctico. Pediré a mi amigo Nuño que se encargue de ello y te lo remitiré.
[...]En este estado quedó esta carta tres semanas ha, cuando me asaltó una enfermedad en cuyo tiempo no se apartó Nuño de mi cuarto;

Carta IV -Gazel a Ben Beley
Los europeos del siglo presente están insufribles con las alabanzas que amontonan sobre la era en que han nacido.
Así se lo dije con mi natural franqueza a un cristiano que el otro día, en una concurrencia bastante numerosa
«No nos dejemos alucinar de la apariencia, y vamos a lo sustancial. La excelencia de un siglo sobre otro creo debe regularse por las ventajas morales o civiles que produce a los hombres. Siempre que éstos sean mejores, diremos también que su era es superior en lo moral a la que no produjo tales proporciones; entendiéndose en ambos casos esta ventaja en el mayor número.
[...]La mayor fortaleza, la más segura, la única invencible, es la que consiste en los corazones de los hombres, no en lo alto de los muros ni en lo profundo de los fosos.
[...] se levantó muy sofocado el apologista,[...] y se fue diciendo:
-No consiste en eso la cultura del siglo actual, su excelencia entre todos los pasados y venideros, y la felicidad mía y de mis contemporáneos. El punto está en que se come con más primor; los lacayos hablan de política; los maridos y los amantes no se desafían; y desde el sitio de Troya hasta el de Almeida, no se ha visto producción tan honrosa para el espíritu humano, tan útil para la sociedad y tan maravillosa en sus efectos como los polvos sampareille inventados por Mr. Friboleti en la calle de San Honorato de París.

Carta V -Gazel a Ben Beley
He leído la toma de Méjico por los españoles y un extracto de los historiadores que han escrito las conquistas de esta nación en aquella remota parte del mundo que se llama América, y te aseguro que todo parece haberse ejecutado por arte mágica: descubrimiento, conquista, posesión, dominio son otras tantas maravillas.
[...]No entraré en la cuestión tan vulgar de saber si estas nuevas adquisiciones han sido útiles, inútiles o perjudiciales a España. No hay evento alguno en las cosas humanas que no pueda convertirse en daño o en provecho, según lo maneje la prudencia.

Carta VI -Gazel a Ben Beley
El atraso de las ciencias en España en este siglo, ¿quién puede dudar que procede de la falta de protección que hallan sus profesores?
[...]
Hablando pocos días ha con un sabio escolástico de los más condecorados en su carrera, le oí esta expresión, con motivo de haberse nombrado en la conversación a un sujeto excelente en matemáticas: «Sí, en su país se aplican muchos a esas cosillas, como matemáticas, lenguas orientales, física, derecho de gentes y otras semejantes».
Pero yo te aseguro, Ben-Beley, que si señalasen premios para los profesores, premios de honor, o de interés, o de ambos, ¿qué progresos no harían? Si hubiese siquiera quien los protegiese, se esmerarían sin más estímulo; pero no hay protectores.


Tan persuadido está mi amigo de esta verdad, que hablando de esto me dijo:


«En otros tiempos, allá cuando me imaginaba que era útil y glorioso dejar fama en el mundo, trabajé una obra sobre varias partes de la literatura que había cultivado, aunque con más amor que buen suceso. Quise que saliese bajo la sombra de algún poderoso, como es natural a todo autor principiante. Oí a un magnate decir que todos los autores eran locos; a otro, que las dedicatorias eran estafas; a otro, que renegaba del que inventó el papel; otro se burlaba de los hombres que se imaginaban saber algo; otro me insinuó que la obra que le sería más acepta, sería la letra de una tonadilla; otro me dijo que me viera con un criado suyo para tratar esta materia; otro ni me quiso hablar; otro ni me quiso responder; otro ni quiso escucharme; y de resultas de todo esto, tomé la determinación de dedicar el fruto de mis desvelos al mozo que traía el agua a casa. Su nombre era Domingo, su patria Galicia, su oficio ya está dicho: conque recogí todos estos preciosos materiales para formar la dedicatoria de esta obra».


Y al decir estas palabras, sacó de la cartera unos cuadernillos, púsose los anteojos, acercose a la luz y, después de haber ojeado, empezó a leer: «Dedicatoria a Domingo de Domingos, aguador decano de la fuente del Ave María»
...¿Te parece que para ser un Mecenas es preciso ser noble, rico y sabio? Mira, buen Domingo, a falta de otros tú eres excelente. ¿Quién me quitará que te llame, si quiero, más noble que Eneas, más guerrero que Alejandro, más rico que Creso, más hermoso que Narciso, más sabio que los siete de Grecia, y todos los mases que me vengan a la pluma? Nadie me lo puede impedir, sino la verdad; y ésta, has de saber que no ata las manos a los escritores, antes suelen ellos atacarla a ella, y cortarla las piernas, y sacarla los ojos, y taparla la boca. Admite, pues, este obsequio literario: sepa la posteridad que Domingo de Domingos, de inmemorial genealogía, aguador de las más famosas fuentes de Madrid, ha sido, es y será el único patrón, protector y favorecedor de esta obra.
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A modo de comentario
Desde la primera línea, me preguntaba, qué lleva al escritor a lanzarse a contar las verdades, cuando sabe que sólo le va a traer problemas.
Una vez más, la respuesta es la misma. El deseo del autor a contribuir con su aporte a que haya una mejora en la sociedad, tras la lectura y lógica reflexión.
El que lo logre o no, no depende de él. 
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4 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Alguien tiene que contar las verdades, Gelu. Sobre todo cuando son así de contundentes y siguen válidas incluso hoy...
Un abrazo.

Abejita de la Vega dijo...

Que un hombre del XVIII se quejara del atraso de las ciencias en España nos deja con la boca abierta. ¡Y no era un científico!

Besos Gelu

PENELOPE-GELU dijo...

Buenos días, profesor Ojeda:

Admirable el trabajo -en cantidad y calidad- de este joven escritor-soldado. Ingenioso, reflexivo -y además valiente-, para contar la realidad.
Creo, que seguiré preparando entradas de todas las Cartas.

Abrazos

PENELOPE-GELU dijo...

Buenos días, Abejita de la Vega:

La pobreza de la gente del país, y el atraso, eran bien evidentes.
¡Cuánto han aguantado los pueblos, todos, por los simples “mendrugos”!
Pienso -por ejemplo- en Gibraltar.

Abrazos.